Pocos términos geográficos despiertan desde la lejanía una fascinación tan profunda como el nombre "Patagonia".

La región más austral del actual territorio argentino ya era conocida como "Tierra de Patagones" entre los cartógrafos del siglo XVI por cómo el navegante Hernando de Magallanes había denominado a los nativos tehuelches que avizoró en las costas durante su expedición en 1520 a la búsqueda de un paso que comunique los océanos Atlántico y Pacífico.

Desde entonces la Patagonia atrajo a colonizadores y misioneros, naturalistas y geógrafos, exploradores y explotadores de recursos, pioneros e inmigrantes, aventureros temerarios, desertores, exiliados de vidas ciudadanas hipersaturadas, defensores de pueblos originarios, montañistas, ecologistas, idealistas y, por supuesto, viajeros en busca de nuevos horizontes y experiencias.

La variedad y sublime inmensidad de sus paisajes remotos en un territorio de más de 930.000 km2 con apenas 2 millones de habitantes, nutren anhelos de libertad personal e intensidad de vida y nos permiten imaginar aún hoy, en las primeras décadas del siglo XXI, que una vida en armonía con la naturaleza sigue siendo un sueño posible.

"Las extensiones de la Patagonia no tienen límites, pues son apenas practicables y, por lo tanto, desconocidas: llevan el sello de haber perdurado así durante siglos, y no parece haber límite a su duración en el tiempo futuro." (...) Nadie puede permanecer impasible en estas soledades y no sentir que hay en el ser humano algo más que el mero aliento de su cuerpo." Charles Darwin: Journal and Remarks, Volume III, page 605, Oct. 1836 (trad.: UiU)