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Al noroeste de la provincia de Santa Cruz, en medio la agreste estepa patagónica se halla un extraordinario monumento natural que demuestra que, hace unos 150 millones de años, la región estaba cubierta de exuberantes bosques.
En el período jurásico, cuando la Cordillera de los Andes no existía aún y el clima era más cálido y húmedo se desarrolló allí un bosque de araucarias (de la especie ancestral miriabilis, pariente de las actuales araucarias o pehuenes), que podían superar los 100 metros de altura, 3 metros de diámetro y 1.000 años de vida.
Con la formación de los Andes al final de la era Mesozoica, erupciones volcánicas y vientos huracanados derribaron estos árboles sepultándolos bajo una gruesa capa de ceniza, lo que evitó su descomposición natural. En el transcurso de miles de años, el agua filtrada a través de las capas de ceniza, enriquecida con sales minerales disueltas, sustituyó el material vegetal original por materiales inorgánicos como sílice, calcita, pirita y otros. Este proceso de petrificación creó los enormes fósiles del material leñoso original, conservando detalles perfectos de la corteza, la estructura celular de la madera, los colores y las texturas.
Largos períodos de erosión de la superficie producto de los fuertes vientos hizo resurgir este bosque petrificado cuyos troncos de araucaria tienen más 30 metros de largo.
Se disponen en dos agrupaciones principales en los alrededores de los cerros Madre e Hija, que formaron parte de un antiguo cono volcánico.
Las colinas Madre e Hija dominan la zona.
El área está considerada como una de las mejores reservas de árboles petrificados del mundo. Fue declarada Monumento Natural en 1954 y transformada en Parque Nacional en 2012, abarcando una superficie de 78.543 ha.
La Seccional de Guardaparques posee un centro de interpretación y pequeño museo y los visitantes pueden recorrer a pie un Sendero Paleontológico apreciando grandes ejemplares de araucarias petrificadas.
El emblema del parque es el guanaco (Lama guanicoe), el camélido más grande de Sudamérica. Su pelaje largo y espeso lo protege de las inclemencias climáticas. Otros animales de la fauna local son: La comadrejita patagónica, el piche (armadillo), el zorro gris y, entre las aves, el choique o suri (ñandú petiso), la loica de pecho colorado, el tucúquere (un buho de gran tamaño) y el keú patagónico (perdiz).
Manada de guanacos (Lama guanicoe), animal emblema del parque
El clima frío, árido y ventoso, con una gran amplitud térmica diaria, desarrolla una flora típica de la ecorregión Estepa Patagónica: arbustos espinosos, como el molle, el algarrobo patagónico y el calafate, y de matas de pastizales, como por ejemplo las diferentes especies de coirones.
© Fotos: Kathy Binder. Texto: Universes in Universe.
Parque Nacional Bosques Petrificados de Jaramillo
Situado al noroeste de la provincia de Santa Cruz, el acceso al parque se encuentra sobre la Ruta Nacional 3, entre las localidades de Jaramillo, 135 km al norte, y Puerto San Julián, 230 km al sur. A la altura del km 2074 de esta RN 3, nace la Ruta Provincial 49, que tras un recorrido de 50 km llega hasta la Seccional de Guardaparques, con servicio de baños públicos y centro de interpretación.
© Textos y fotos protegidos por derechos de autor.
Recopilación de información, edición, traducciones, fotos: Gerhard Haupt y Pat Binder - Universes in Universe, excepto se indique en especial.
