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Entrevista con Eduardo Costantini

El fundador del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA) habla sobre su pasión como coleccionista y su enfoque en América Latina.
Por Gerhard Haupt & Pat Binder

Eduardo Francisco Costantini (* 1946 Buenos Aires) tiene más de tres décadas de experiencia en el mercado financiero y en el desarrollo de proyectos innovadores a gran escala en América Latina y Estados Unidos. Como coleccionista y filántropo, en 2001 donó más de dos centenares de obras para la fundación del MALBA, un museo sin fines de lucro que actualmente alberga y exhibe una colección de seiscientas obras de importantes artistas. El museo combina hoy esta colección, de gran prestigio internacional, con exposiciones temporales, programas de cine y literatura y una importante labor educativa

© Foto: Fernando Gutierrez, cortesía del MALBA

Pat Binder & Gerhard Haupt: Una pregunta que mucha gente sin duda quisiera hacerle, es ¿qué respuestas encuentra un empresario tan exitoso como Usted en las artes visuales?

Eduardo Costantini: El arte es parte de mi vida y está antes de mi actividad empresarial. Mi inclinación por el arte surgió entre los 22 y 24 años de edad. En mi vida, todo lo veo a través de ese “ojo”. Si bien hoy día soy desarrollador inmobiliario y mi actividad empresarial tiene una finalidad económica, todos los proyectos que mi empresa encara se deciden a partir de una estética. Es decir, que realizamos proyectos con los cuales nos sentimos compenetrados, individualizados por su potencial creativo. Lamentablemente, el empresario tiene siempre una imagen negativa, porque emprende proyectos con el objetivo de optimizar los beneficios. Sí, hay una intención de ganar dinero, pero muchas veces se llega a ese resultado a partir de una vocación y creo que es lo que a mí me sucede. A medida que pasaron los años, me comprometí cada vez más con mi proyecto de colección y luego con mi proyecto institucional del MALBA.Y, al mismo tiempo, me fui focalizando cada vez más como desarrollador de proyectos caracterizados por el diseño de la obra arquitectónica, por la curaduría del proyecto de arte, por el diseño de los interiores, por el diseño de los jardines y el espacio exterior. No podría pensarlo de otra forma.


Gerhard Haupt: ¿Cuáles fueron las primeras obras que coleccionó y que considera de especial importancia?

Eduardo Costantini: Cuando comencé a comprar arte, adquirí mis primeras obras a partir de los dictados del corazón, de la emoción que me produjeron. Compré muchas obras a las que les tengo un gran cariño, pero que no tienen un nivel de peso en la historia del arte latinoamericano, que es el foco principal de mi colección.

Pero con respecto al cuerpo significativo de mi colección, puedo nombrar el conjunto de obras de Xul Solar, por ejemplo, Por su cruz jura, sin duda Manifestación de Berni, que la adquirí de su hijo y que también es una obra muy importante en mi recuerdo. He comprado “Frida” (Autorretrato con chango y loro) porque estoy enamorado de Frida desde siempre [se ríe]. Esa obra la adquirí en 1995, en un remate en el que también había una obra de Diego Rivera, pero yo preferí la de Frida, de formato pequeño que es la que está en sala. La de Rivera (Baile de Tehuantepec, 1928) tenía 2 m x 1,60 m y es la que recién pude adquirir este año. Hay muchas obras y recuerdo la historia de decenas de ellas.


Pat Binder: Usted compró muy temprano esa obra paradigmática de Berni, que es una obra de crítica social. ¿Qué le atraía de Berni?

Eduardo Costantini: La primera obra que quise adquirir cuando tenía 23 años, cuando recién comenzaba a trabajar y estudiaba al mismo tiempo, fue un Berni, el retrato de un muchacho, también proveniente de la precariedad. Pero después, lo que más me ha atraído de Berni   ̶ y MALBA tiene 7 obras de él ̶   es, sin duda, Manifestación pero también La gran tentación. La primera es de la década del 30 y es un grupo de personas pidiendo pan y trabajo como consecuencia de la Gran Depresión. La segunda es de la década de los 60. Berni muestra a una Argentina con dos grupos sociales divididos, donde hay una clara exclusión de la población pobre. Como en El mundo prometido a Juanito Laguna siempre hay un muro impenetrable en el medio, que es la pobreza. En La gran tentación que está en sala y que también es una obra muy significativa de Berni, es Ramona, representada por la fealdad, la que ve a una mujer hermosa, rubia, sosteniendo en la palma de su mano un auto americano. Y en términos de burla y de crítica a la sociedad, Berni titula la obra “La gran tentación”, como si fuera posible que esa mujer pobre pudiera siquiera soñar con ese auto. Y eso es lo que más me atrae de Berni. Yo compraba un Berni cuando la sociedad pudiente argentina compraba un Fader, o ese tipo de obras. Berni no era comprado, en primer lugar porque era comunista, en segundo, por su crítica explícita a la sociedad oligarca argentina, y tercero, porque tenía una estética muy distinta que no estaba de acuerdo con la estética europea, aristocrática de la sociedad argentina.

Manifestación y La gran tentación de Antonio Berni en la exposición Verboamérica
© Foto: Haupt & Binder, Universes in Universe

Gerhard Haupt: ¿Hay algún momento en el que Usted nota que comienza a coleccionar sistemáticamente?

Eduardo Costantini: Bueno sí, en la década del 80 conocí a alguien que luego se convirtió en mi amigo y que lo sigue siendo. Se llama Ricardo Estévez y es un gran conocedor. Él me enseñó lo que es arte, me enseñó a coleccionar. Y lo que digo siempre: El MALBA le debe a él sus mejores obras. La pieza más famosa del MALBA es Abaporú de Tarsila do Amaral, que compré gracias a él, igual que muchas otras.


Gerhard Haupt: ¿Pero siempre con ese criterio de coleccionar arte latinoamericano del siglo XX, sobre todo de la primera mitad del siglo?

Eduardo Costantini: Sí, si bien compré alguna que otra obra internacional, me he obligado a concentrarme en mi principal responsabilidad: El arte latinoamericano. Al comienzo compré obra argentina y uruguaya, y después se me ocurrió la idea de tener una colección de arte latinoamericano, porque “la unión hace la fuerza” y porque se ampliaban las posibilidades de coleccionismo de los grandes maestros como Wifredo Lam, Diego Rivera, además del arte brasileño, como Cándido Portinari y Di Cavalcanti, y, por supuesto, el chileno Matta, y Torres García y Rafael Barradas del Uruguay, etc. etc. Creo que lo que tiene el MALBA a mi juicio, es la colección exhibida de arte latinoamericano más importante del mundo. Sin duda tiene piezas muy significativas, sobre todo de ese período moderno, pero también hay obras importantes de los 1940 y de la década de los 60.


Gerhard Haupt: ¿Cómo define el término “arte latinoamericano”? Artistas de América Latina formaron parte integral de movimientos de vanguardia en Europa, como Rivera en el cubismo o Lam en el surrealismo, etc., y ya mucho antes del término “globalización” existía un intercambio internacional intenso. También con respecto a artistas originarios de Europa que estan considerados sin duda integrantes de las escenas de arte de América Latina, como Mathias Goeritz o Francis Alÿs, cómo define lo “latinoamericano”, o es un término que hoy día considera más abierto?

Eduardo Costantini: Sin duda la globalización es cada vez mayor y también es cierto que los artistas latinoamericanos empiezan a integrarse cada vez más. Muchos se radican en el extranjero, o viceversa, como el caso de Francis Alÿs. Pero también hay una tipificación segregacionista del Norte, porque Sotheby's y Christie's tienen ̶ que recién me acaba de llegar ̶ su catálogo de venta de arte latinoamericano y ahí están los Lam, los Rivera, etc. El Norte, que tiene el poder, nos tipifica. Siempre hay que ver quién es el que está hablando, si es alguien del Norte o si es alguien de América Latina. También dentro del MoMA hay un programa de adquisición de arte latinoamericano y hay un curador latinoamericano. En la lectura de la historia del arte occidental que exhibe el MoMA, empiezan a aparecer un poco tímidamente, más artistas latinoamericanos. Ahora bien, con respecto a lo específico, sobre todo en el período moderno, pero más tarde también, los artistas de esta región que viajaron a Europa y se embebieron de las corrientes de vanguardia, siempre tuvieron la necesidad de lograr una identidad propia, una identidad referida sobre todo a su nacionalidad o a la región. Entonces sí, es cierto que Diego Rivera hace cubismo, pero también es cierto que su obra más importante de ese período es Paisaje zapatista, en el que está el rifle, el sombrero y el poncho. Yo creo que el Diego cubista es importantísimo y tiene su particularidad, pero para mí, el movimiento más significativo de todo el arte latinoamericano ̶ indiscutible ̶ es el muralismo. Y qué es más mejicano que el muralismo de Diego... pero, embebido en la corriente europea.

Y Berni, por ejemplo, es un artista que en la década del 30 maneja el surrealismo. Él sabía todo lo que ocurría en el mundo en términos de vanguardia artística. Pero obras como La siesta y su sueño, claramente reflejan, además, la marginalidad que cruza toda Latinoamérica y también hacen una crítica develada de la corrupción.

En la obra de artistas de América Latina resuenan muchas cuestiones antropológicas, que provienen de la cultura misma, del folklore, de la vivencia de la naturaleza, del color - porque no es lo mismo el cielo de un país de América Latina que el cielo de Inglaterra. Y las temáticas que abordan, como la violencia, la exclusión, son diferentes a las temáticas que puede haber en el Norte de Europa, en donde hay seguridad, menor diferencia social. América Latina es una de las regiones de mayor inequidad del mundo. Hay cosas que son muy determinantes, los gobiernos militares, la violencia política, pero también, por ejemplo, la inmigración. Hay miles de temáticas y hay artistas que están más involucrados en estas que nombré, mientras que hay otros que son más ascépticos, como también ocurre en Europa. El arte es universal y multidireccional, eso es lo más hermoso del arte, pero sí, pienso que hay una idiosincrasia regional y un carácter determinado.

Vestíbulo del MALBA
© Foto: Haupt & Binder, Universes in Universe

Gerhard Haupt: ¿Cuándo surgió la idea de fundar el MALBA?

Eduardo Costantini: En realidad fue un proyecto que fue creciendo, algunas cosas pasaron por casualidad, pero implícitamente siempre estuvo la idea de hacer del coleccionismo un proyecto público social. El tema de la responsabilidad social lo aprendí de mi madre. Yo vengo de una familia de clase media que no tenía dinero, pero mi madre estaba muy involucrada con su tiempo en actividades solidarias en la Cava de San Isidro, que era un barrio muy pobre. A partir de mi trayectoria profesional pude tener mayor poder adquisitivo para comprar arte y cuando ya había un cuerpo de obra con valor artístico e histórico significativo, tomé conciencia y decidí donar esa colección. Pasaron años, luego apareció este terreno en el mercado y de allí surgió la idea de construir el propio museo, que terminó siendo un museo muy característico, porque tiene su auditorio, su programa de cine independiente, su programa de literatura. Tiene un programa de educación muy fuerte, y uno de edición de catálogos. Así surgió el MALBA con su propia identidad.


Gerhard Haupt: En relación a la colección del MALBA, cada vez será más difícil conseguir obras importantes de arte de América Latina del siglo pasado, como ese Rivera. Me parece que es un caso único que uno pueda todavía conseguir una obra tan importante, sin mencionar el valor de mercado de una obra así. Esa escasez de obras influye de alguna manera en la política de colección del MALBA?

Eduardo Costantini: Primero hay que distinguir: En realidad el MALBA tiene un acervo que es la donación inicial que fue hecha en el año 2001. Luego tiene un programa de adquisiciones que proviene básicamente de donaciones de unas 40 familias. Y además está Eduardo Costantini que compra, es decir, el Diego Rivera lo compró Eduardo Costantini, no el MALBA. Yo he adquirido muchas obras desde el año 2001 a hoy, pero las he comprado a mi nombre. Es un complemento del MALBA, pero es “mi colección”, aunque muchas obras estén también en sala. MALBA por política tiene el deseo de actualizar la colección acompañando el avance del tiempo. Si bien tiene una limitación presupuestaria, ese programa de adquisiciones equivale a unos 300.000 US$ al año. Pero de hecho hay obras que de ninguna manera se podrían comprar. Incluso creo que obras como la de Diego Rivera son pocas las instituciones que las podrían comprar aún en los Estados Unidos. De cualquier manera, cuando aparece una obra de esa calidad, aunque Eduardo Costantini también tiene limitaciones presupuestarias, hay veces que es como en el amor [se ríe], se rompen todos los esquemas y uno no tiene otra respuesta.


© Entrevista por Gerhard Haupt & Pat Binder
Buenos Aires, 3 de noviembre de 2016. Actualizado en 2022.


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