Al este de Amán, de fácil acceso por ruta en una vuelta de unos 260 km, se llega a una serie de palacetes y pabellones de baño construidos por príncipes omeyas en el siglo VIII, que sorprenden y fascinan por su arquitectura y decorado.
Los califas de la dinastía omeya, cuya capital fue Damasco a partir del año 661 D.C., se hicieron famosos por estos 'castillos' (plural en árabe qusur, singular qasr), que estaban destinados a diversos fines políticos, residenciales, agriculturales y comerciales. Utilizando en parte estructuras arquitectónicas más antiguas, combinando elementos estilísticos greco-romanos, bizantinos y persas, lograron crear algunos de los ejemplos de arte islámico temprano más notables, tanto en su arquitectura como decorado, incluyendo excepcionales frescos y relieves figurativos.