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El Ninfeo, la principal fuente pública de la antigua Filadelfia, como se denominó a Amán en tiempos helenísticos y romanos, data de finales del siglo II d. C. Se halla a poca distancia del Teatro Romano y del Odeón. Estas fuentes solían estar construidas sobre grutas con manantiales, que se creía sagradas para las ninfas mitológicas. Eran áreas públicas a las que frecuentaba la sociedad de la época y representaban la riqueza y prosperidad de una ciudad.
Filadelfia estaba organizada en dos áreas principales: La superior con el Templo de Hércules, y la inferior, siguiendo el plano típico de urbanización romana con dos vías colonadas (Cardo y Decumanus) a lo largo de los valles centrales de la ciudad. El Ninfeo estaba ubicado cerca de la intersección entre el Cardo y el Decumanus.
Su estructura monumental simétrica de medio octógono, con una longitud restaurada de 68 m, solía estar ricamente decorada con tallas, mosaicos y estatuas. La parte inferior corresponde a los fundamentos con bóvedas acañonadas. La segunda planta constaba de tres grandes ábsides con dos hileras de nichos diseñados para albergar estatuas. La altura de los ábsides es de unos 12 m, delante de los cuales había una galería con columnas de orden corintio. Los ábsides terminaban en semicúpulas, que probablemente se derrumbaron en alguno de los terremotos del siglo VII d.C.
Después de 3 años de restauración, el Parque Arqueológico del Ninfeo reabrió sus puertas en octubre de 2018.